A. W. TOZER
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Casi todos los cristianos creen ser llenos del Espíritu, pero solamente unos cuantos anhelan ser llenos con el Espíritu. ¿Pero, cómo puede un cristiano conocer la plenitud del espíritu si no ha tenido la experiencia de ser lleno? Sería inútil, comoquiera, decirle a alguien cómo ser lleno con el Espíritu a menos que primero crea que puede serlo.
Ninguno puede esperar por algo, si no está convencido que es la voluntad de Dios para su vida y que está contenido dentro de la provisión revelada en la Escritura. Antes que la pregunta "¿cómo puedo ser lleno?" tenga validez para el que busca, este debe estar seguro que esa experiencia es totalmente posible. El hombre que no está seguro, carece de motivos de expectación. Donde no hay expectación no hay fe, y donde no hay fe la búsqueda no tiene significado.
La doctrina del Espíritu, en cuanto a su relación con los creyentes, en los pasados cincuenta años, se ha visto envuelta en una niebla como la que se posa en la cima de una montaña en tiempo de tormenta. Un mundo de confusión ha rodeado esta verdad y los hijos de Dios han adoptado doctrinas contrarias con respecto al mismo texto; advertidos, amenazados e intimidados hasta que instintivamente retroceden ante la sola mención de la enseñanza bíblica concerniente al Espíritu Santo. Esta confusión, no ha ocurrido por accidente. Un enemigo ha hecho esto. Satanás conoce que el evangelismo carente del Espíritu está muerto como modernismo o herejía. Y él ha hecho todo lo que está en su poder para prevenir que nos unamos a la verdadera herencia cristiana. Una Iglesia sin el Espíritu, está desamparada. Como le habría ocurrido al pueblo de Israel en el desierto si la columna de fuego lo hubiera abandonado. El Espíritu Santo es nuestra nube durante el día y columna de fuego de noche. Sin él, estaremos perdidos en el desierto... y esto es lo que actualmente está ocurriendo. Nos hemos dividido en pequeños grupos; cada uno corriendo en pos de una quimera con la creencia equivocada que estamos detrás de la gloria Shekinah. No sólo debe desearse que la columna se comience a levantar de nuevo: es imperativo.
La iglesia puede ser luz, sólo si está llena del Espíritu; y sólo puede estar llena, si sus miembros están llenos individualmente. Por lo tanto, ninguno puede ser lleno hasta que no esté convencido de que esta expreriencia es una parte de la totalidad del plan de redención. No es nada añadido o extra; nada extraño o raro, sino una apropiada y espiritual operación de Dios, que se basa y proviene de la obra expiatoria de Cristo. El que busca debe estar seguro hasta el punto de la convicción. Debe creer que todo esto es normal y correcto. Debe creer que es la voluntad de Dios ungirlo con aceite fresco, en adición a las diez mil bendiciones que ha recibido de la bondadosa mano del Señor. Mientras llega a este convencimiento, yo recomiendo que tome tiempo para ayunar, orar, y meditar sobre las Escrituras. Las sugerencias, exhortaciones o el efecto psicológico del testimonio de otros que pueden haber sido llenados, no es suficiente.
A menos que sea persuadido por las Escrituras, no debe presionar sobre el asunto a permitirse a sí mismo caer víctima de manipulaciones emocionales que intentan forzar la ocurrencia de esta manifestación. Dios es maravillosamente paciente y comprensivo y esperará porque los lentos corazones logren percibir la verdad. Entre tanto, el buscador debiera permanecer confiado y en calma. En algún momento, Dios lo guiará a cruzar el Jordán. No debe precipitarse. Muchos cristianos lo han intentado y solamente han traído desastres a su vida. Después que un hombre está convencido que puede ser lleno con el Espíritu ¡debe decidir serlo!
Para el inquiridor interesado, tengo estas preguntas: ¿Está seguro que desea ser poseído por un Espíritu que mientras es puro y amable, sabio y amante, insistirá en ser el Señor de su vida? ¿Está seguro que usted quiere ser tomado por uno que requiere obediencia total a lo que está escrito en la palabra? ¿Qué no tolerará ninguna clase de pecado en su vida: egoísmo y autojustificación? ¿Qué tomará la dirección completa de su vida y ejercerá su soberanía para probarlo y disciplinarlo? ¿Qué desarraigará de usted muchos objetos que usted ama y que secretamente dañan su alma? A menos que usted responda con un rotundo "sí" a estas preguntas, usted no quiere ser "llenado". Puede que anhele el estremecimiento, la victoria, o el poder, pero no realmente ser lleno con el Espíritu. Su anhelo es mucho menos que un pálido deseo y muy poco convincente para agradar a Dios; quien demanda todo, o nada.
De nuevo pregunto: ¿Está seguro que necesita ser lleno con el Espíritu? Decenas de miles de cristianos, legos, predicadores y misioneros, se las arreglan para seguir adelante sin haber tenido una experiencia clara de la llenura del Espíritu Santo. Esta labor sin el Espíritu puede conducir solamente a la tragedia en el Día de Cristo y esto es algo que el común de los cristianos parece haber olvidado. Pero ¿qué acerca de usted? Quizás, sus bases doctrinales están lejos de creer en la crisis de la llenura del Espíritu. Muy bien, vea el fruto de dicha doctrina. ¿Qué está produciendo su vida? ¿Está haciendo obra religiosa, predicando, cantando, escribiendo, promoviendo.
¿Pero cuál es la calidad de su trabajo? Es verdad, usted recibe el Espíritu en el momento de su conversión. ¿Pero, no es también verdad que no está listo sin una favorable unción para resistir la tentación, obedecer las Escrituras, comprender la verdad, vivir victoriosamente, morir en paz y sin ninguna confusión en cuanto a la segunda venida de Cristo? Si por otro lado, su alma gime por Dios, por el Dios vivo, y su seco y vacío corazón se desespera viviendo una vida cristiana "normal" sin una unción adicional, entonces le pregunto: ¿Es su deseo algo que lo consume? ¿Es la cosa más grande en su vida? ¿Ha echado fuera la multitud de sus actividades religiosas "comunes" y se ha llenado con el ferviente anhelo que puede ser descrito solamente como el dolor del deseo? Si su corazón exclama "Sí", a estas preguntas, usted está en el camino hacia un quebrantamiento espiritual que transformará su vida completamente. Esta es la clase de preparación para recibir la unción del Espíritu en la que muchos cristianos fallan.
Posiblemente nadie fue jamás llenado, sin antes pasar por un período de profunda turbación y confusión interior. Cuando nos encontramos en la entrada de este estado, la tentación es sentir pánico y optar por la retirada. Satanás nos exhorta a tomar esto con calma, a que sintamos miedo de naufragar de la fe y deshonremos al Señor que nos compró. Por supuesto que Satanás no se preocupa por nosotros, ni por el Señor. Su propósito es mantenernos amedrentados y desarmados en el día del conflicto. Millones de creyentes aceptan sus hipócritas mentiras como verdades evangélicas y vuelven a sus cuevas como los profetas de Abdías a comer pan y agua. Antes de ser llenos debemos estar vacíos. Antes de que Dios pueda llenamos de él, debemos estar vacíos de nosotros mismos. Este es el vacío que provoca el desagradable dolor y desesperación del YO, del cual muchas personas han padecido justamente antes de su nueva y radiante experiencia. Debe haber una total "autodevaluación", una muerte a todas las cosas fuera y dentro de nosotros, o jamás podrá ser real la llenura con el Espíritu Santo.
El venerado ídolo que he conocido,
cualquier cosa que este sea
ayúdame a quitarlo de tu trono
y adorarte sólo a ti.
Cantamos esto con suma facilidad, pero anulamos nuestra oración con nuestra renuencia a desplazar al mismo ídolo del cual cantamos. Abandonar a nuestro último ídolo, equivale a zambullimos en un estado de soledad interior que ninguna reunión evangélica, o compañerismo con otros cristianos jamás podrá curar. Por eso, muchos cristianos optan por una vida sin compromiso. Tienen algo de Dios, pero no todo; y Dios tiene algo de ellos, pero no todo. Por eso viven vidas tibias y tratan de ocultar detrás de una brillante sonrisa y armoniosos coros, la miseria espiritual que albergan en su interior. Una cosa debiera estar clara como el cristal: el viaje del alma a través de la noche oscura no tiene mérito alguno. El sufrimiento y la soledad no hacen que un hombre aprecie a Dios. Todo viene de su bondad sobre el plano de la sangre redentora de Cristo y esto es un don gratuito, sin nada adicional. Lo que el alma agonizante hace, es quebrantar sus particulares intereses y centrar su atención en Dios. Todo lo que ha sido hecho antes, es para la preparación del camino del alma para el divino acto de la llenura.
La llenura no es en sí algo complicado. Personalmente, huyo del "cómo" de fórmulas en las cosas espirituales porque creo que la respuesta a la pregunta ¿cómo puedo ser lleno? Puede ser respondida en cuatro palabras; todas ellas, verbos activos: rendirse, pedir, obedecer, creer.
Rendirse:
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de
Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para
que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.
(Romanos 12: 1-2)
Pedir:
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas
a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial
dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
(Lucas 11:13)
Obedecer:
Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el
testimonio que da de mí es verdadero.
(Hechos 5:32)
Una completa e incondicional obediencia a la voluntad de Dios, se hace absolutamente indispensable para recibir la unción del Espíritu. Mientras esperamos delante de Dios, busquemos reverentemente las escrituras y esperemos escuchar la voz suave y calmada para aprender lo que nuestro Padre celestial espera de nosotros. Entonces creyendo en su instrucción, obedezcamos con lo mejor de nuestras disposición y comprensión.
Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu
por las obras de la ley, o por el oír con fe?
(Gálatas 3:2)
Mientras la llenura del Espíritu se recibe por fe, y solamente por fe, debemos tener cuidado con esa"imitación de fe" la cual no es más que un asentimiento intelectual de la verdad. Esto ha sido fuente de desengaño para muchas almas buscadoras. La verdadera fe, invariablemente trae consigo un testimonio. ¿Pero, cuál es ese testimonio? No es nada físico, vocal o psíquico. El Espíritu nunca se confía a la carne. El único testimonio que él da es subjetivo y conocido únicamente por la persona que lo recibe. El Espíritu se comunica con el espíritu del hombre. La carne no aprovecha nada, pero el corazón que cree, lo conoce. Santo, Santo, Santo.
Por último, quiero mencionar, que ni el Antiguo ni el Nuevo Testamento, ni ningún testimonio cristiano encontrado en los escritos de hombres piadosos -hasta donde llega mi conocimiento- manifiesta que haya habido un solo creyente lleno del Espíritu Santo "Que no supiera que había sido lleno"; y ninguno fue llenado, sin que se diera cuenta cuando ocurrió"; y "nadie fue lleno gradualmente". Detrás de estos tres árboles, muchas almas carentes de entusiasmo han tratado de esconderse, como Adán, de la presencia de Dios. Pero ningún sitio ha sido suficiente. El hombre que no sabe cuándo fue lleno, nunca lo fue (lo que se pude olvidar es la fecha del acontecimiento). Y el hombre que espera ser llenado gradualmente, nunca lo será del todo. A mi juicio, la relación del Espíritu, con el creyente, es la más vital interrogante que enfrenta la iglesia en esta época. Los problemas levantados por el cristianismo existencialista o la neortodoxia, son nada en comparación con esta interrogante.
Ni el ecumenismo, ni las teorías escatológicas, ni ninguna de estas cosas merece alguna clase de consideración hasta que cada creyente pueda dar una respuesta afirmativa a la pregunta: ¿Recibió el Espíritu Santo desde que creyó? Que refrescante podrá ser, que después de haber sido llenos con el Espíritu, nos demos cuenta para nuestro deleite que la misma llenura ha contribuido a resolver nuestros otros problemas.
Extracto del libro: " Una Vida más profunda"
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